Lo que el feminismo le ha enseñado al ciclismo urbano: con Marti Frutos Gabioud

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Marti Frutos Gabioud es Alcaldesa de la Bicicleta de Santa Fe, Argentina. También es miembro activo de Pibxs en Bici, una organización ciclista y feminista para la construcción de un espacio disidente, abierto y plural. En esta entrevista abordamos los desafíos para cerrar las brechas de igualdad en el ciclismo, y las diferentes formas en que trabaja el empoderamiento de las mujeres y disidencias.

¿Podrías introducirnos en tu camino dentro del ciclismo urbano y tu trabajo con Pibxs en Bici?

Soy Martina Frutos, soy una ciudad chiquita en Entre Ríos, que es una provincia en Argentina, y desde siempre estuvo presente la bici en vida. Pero después me fui a estudiar a Santa Fe capital, pero cuando llegué ahí tuve un corte con la bici porque a mis viejos les daba miedo toda la violencia vial que se vive en las grandes ciudades. Luego terminé teniendo una bici cuando me fui a hacer una especialización a Rosario, que es mucho más grande que Santa Fe, y fue cuando empecé a tener bicicleta de nuevo. Pero cuando vuelvo a Santa Fe, muchos de mis amigos se habían ido a vivir a la capital Federal o se habían vuelto a sus ciudades en el interior del país. Entonces, yo solamente tenía mi bicicleta. 

Empecé a ir a una bicicletería porque me quedaba cerca, y la persona que atendía era muy fanática de las bicis, y tiene mucha historia en Santa Fe. Y empecé a conocer a otras personas, hasta que un día me enteré que se estaba organizando la segunda bicicleteada nocturna de mujeres y disidencias, y pensé, “que buena onda!”. A partir de eso, bueno, me sumé a una reunión donde éramos como 15 mujeres y disidencias, que era Pibxs en Bici, y desde ahí me quedé. Me gustó mucho esto de empoderarse, de juntarse y poder decir yo quiero poder moverme en la bici por la ciudad. Éramos un grupo de personas que queríamos dejar claro que queremos poder hacerlo siempre. Y me quedé en ese grupo tratando siempre de encontrar cómo hacer para seguir empoderando a más mujeres y disidencias a que se suban a la bici.

Después conocí al resto de las organizaciones que hay en Santa Fe. Al activismo todavía lo estamos reconstruyendo porque la pandemia fue un fuerte bajón para nuestra relación con el municipio. Así que empecé a participar en Ciclo-ciudad, que es otra organización ciclista, pero que tiene una mirada un poco más integral con la ciudad. Empezamos a pensar en cómo diseñamos las ciudades, etc. Pero si ha sido difícil buscar las voluntades y empezar otra vez a hacer actividades con otras organizaciones. 

 

Y por qué crees que hubo una ruptura con las instituciones? 

La crisis sanitaria tiene que ver porque nosotros empezamos a ver que en todos los lugares del mundo empezaban a hacer “pop-up bike lanes” tan solo con un poco de pintura, con la propia pandemia como excusa. Y nosotros en Santa Fe, junto a otras organizaciones, estábamos haciendo mucho ruido y pidiendo exactamente eso. Y eso hizo que el municipio cortara la relación con nosotros, al poner muchas excusas para que no sucediera. Lo único que les pedíamos era que aprovecharamos que había mucha gente saliendo en bici. Como de repente el transporte público se había vuelto muy peligroso, por el tema de los contagios, pues había mucha gente que no podía circular como normalmente lo hacían. Entonces veíamos que era una gran posibilidad para el ciclismo, pero por parte de la municipalidad fue todo prohibitivo. 

Y bueno, nos pusimos bastante intenses, y ahí hubo corte de comunicación de las reuniones que veníamos teniendo. Hubo silencio radial, y eso también afecta a un activista. Eso para mí fue algo clave, e hizo que bajara un poco el nivel de efervescencia que teníamos en el 2017, 2018 y 2019. Éramos cinco organizaciones ciclistas para una ciudad de poco menos de 500 mil habitantes, pues estábamos muy bien. 

 

Es bastante interesante esto que mencionas. Es indudable que Argentina es una referencia en términos del activismo en Latinoamérica. ¿Qué me puedes platicar del ambiente general de activismo en la región, y cómo se extiende ese clima a la promoción del ciclismo urbano?

Tenemos un sector de la población que no le interesa la política para nada. Pero a quienes nos interesa, estamos bastante ahí y se van tejiendo redes. Aquí conoces a alguien por la bici y resulta que esa otra persona tiene un grupo que les interesa la cultura callejera. Y entonces se genera un vínculo entre la bici y la cultura callejera.  Y luego te encuentras a otra persona que viene con una agenda ambiental, y resulta que la bici también va con eso. Entonces nos podemos apoyar constantemente entre grupos. 

Lo que nosotros hicimos, y que ya venían haciendo antes, fue hacer presión. Buscar a los medios de comunicación, y empezar a instalar el tema. Para esto hicimos conteos en una de las avenidas de la ciudad para ver cuántos ciclistas pasaban por hora, y entonces sí podíamos decir “hey, no somos solo cinco locos que andamos en bici”. Entonces empezamos a tratar de llegar a los medios y de explicar por qué lo que estábamos reclamando era justo y no solamente justo, sino algo bueno para toda la ciudad, sea que anden en bici o no. Y eso también lo salíamos a comunicar por las calles. En algún momento hicimos algunas recorridas por los parques y hablamos con la gente, sobre todo con los automovilistas. No estábamos diciendo que todo el mundo tiene que andar en bici, pero te puedo asegurar que cuanto más gente ande en bici, vos vas a andar más cómode en tu auto, cuando no te quede de otra que ir en auto. 

Que además no es tan cómodo vivir a 30 cuadras del centro, que te tome 10 minutos llegar en tu auto, pero que te tome otros 15 minutos el tan solo encontrar estacionamiento. Y después pasa que como no encuentras estacionamiento dices, “ah bueno, cinco minutos en doble fila”, y no está bien porque la calle no es solamente tuya (automovilista). Pero yo trato siempre de no ir al choque, sino de buscar la reflexión y buscar el acuerdo, porque sino, no se saca nada. 

 

Dentro de tu trabajo Alcaldesa de la bicicleta parece que constantemente estás tratando de visibilizar la violencia vial y de género, pero al mismo tiempo ayudando a más personas a capacitarse, por ejemplo con los talleres de ciclo-mecánica. ¿Cómo crees que estas capacitaciones están ayudando a más mujeres y disidencias a perder el miedo, y a fortalecer su empoderamiento en el espacio público?

Para mí lo que brinda es seguridad. Seguridad de saber si algo pasa, si algo se rompe, lo puedo arreglar. O tal vez no lo puedo arreglar en el momento, pero al menos tengo las herramientas para saber. Porque eso es lo que hemos dicho en muchos talleres, “esto es una herramienta”. Ahora al menos tienes esa confianza en saber qué es lo que le pasa a tu bici y que no venga cualquier señor a “explicarte” o eso del “mansplaining” y por ahí que te cobren una cosa que no debe. O que te digan que tienes que cambiar el repuesto cuando sabes que no se puede arreglar así. Ese tipo de cosas, porque uno va sin saber nada y todo lo que me digan pareciera que lo tengo que tomar. 

Pibxs en Bici es una organización muy rebelde. Somos una organización feminista, pero muy rebeldes, en el sentido de que nos gusta cuestionar: “por qué vos me tenés que decir qué tengo que hacer, como lo tengo que hacer, como se pedalea, cómo todo?” Entonces este conocimiento ya te empodera en algún lugar, como una bicicletería.

Y lo segundo es que vos sabes que si por ejemplo, vas a trabajar en tu bici, y al salir del trabajo está pinchada, pues tu misma la puedes arreglar. Tu ya sabes que no es tan difícil. A las mujeres y disidencias siempre se les cuestiona “no podéis, no porque vos sos mujer”. Entonces, esa exclusión ha hecho que por un lado, menos mujeres anden en bici. 

Por lo menos en Santa Fe, de cada 100 personas que andan en bicicleta, solo 20 son mujeres. Entonces, ahí nos empezamos a preguntar también por qué. Una es el acoso callejero y la nocturnidad. El miedo, no solamente que te asalten, sino que te manoseen, que te violen, que algo. Por otro lado, también está el miedo de “ a mi de chica no me enseñaron, porque yo tenía que estar en casa y no me vaya a lastimar y que tengo que andar haciendo en la calle siendo niña”. Todas esas cosas que te van alejando muchísimo de la bici. Entonces, ¿cómo volvemos a tomar eso? Ya no como niña, sino más como adolescente o joven decir “pero yo me quiero mover con libertad por la calle”. Resulta más peligroso en esta ciudad – y seguro que en muchas – esperar el transporte colectivo, que moverse en bici sola. 

Yo, por ejemplo, con la bici me siento mucho más segura que ir caminando. Me da libertad y también me da autonomía y seguridad. Y eso es lo que buscamos que suceda con las demás mujeres y disidencias. Por eso empezamos a decir, “tienen miedo de no saber qué hacer si se rompe, o se desajusta un freno”, yo que sé. Pues con un taller bastante simple lo pueden aprender. Creo que lo mejor del taller es que intentamos que las pibas lo hagan solas. Porque también se trata de conocer su bici, identificar cuando está bien, cuando está mal. Y terminan pensando “che, aprendí a hacer esto ahí, ¡yo puedo hacerlo!”. No tienen que depender de un hermano, un papá, o un novio, ni el bicicletero, ellas lo pueden hacer. Y luego ellas dicen “le puedo enseñar una amiga”, y eso también da mucho empoderamiento.

Y con el tema del acoso callejero, también estuvimos moviéndonos mucho y asociándonos con el feminismo. Nosotres con todo lo que fue la lucha por lograr la legalidad del aborto, el feminismo estaba en su auge, éramos imparables. Entonces desde el ciclismo nos asociamos también con organizaciones de mujeres y logramos que se hiciera una ordenanza en la ciudad que contemple el acoso callejero. Y a partir de eso, empezamos a difundir información de cómo actuar. Si sentís que alguien te está siguiendo o algo, trata de entrar a un kiosco o tocar el timbre en alguna casa. Pero más allá de eso, es como un recursero entre nosotres, que vamos hablando de cómo podemos hacer para sentirnos más seguras. Esa información la empezamos a difundir también con algunos folletos.

 

Es curioso lo que mencionas Marti, porque cuando vemos al ciclismo urbano, sobre todo con una perspectiva feminista, pareciera que siempre viene acompañado de redes de apoyo, ¿no?

Sí, claro. Me parece que el activismo feminista tiene una forma de tejer redes y de acompañarse, de generar presión, que le ha enseñado mucho al activismo ciclista. El feminismo, por lo menos acá, vino a decir “dejemos de hacer acciones aisladas, juntemos fuerzas para hacer presión”. Porque lo que nos demuestra el feminismo y el haber logrado nuestra ley de aborto legal, es justamente eso. Cuando estamos en la calle, cuando nos movilizamos, cuando alzamos la voz es cuando nos escuchan. No pueden mirar para otro lado. No pueden decir, “ay, no, esto no está pasando, solo es una minoría”. Pues no, porque hay gente que se está movilizando, y vamos a salir y vamos a incomodar. 

Nos pasa como países latinoamericanos, que hay muchas falencias desde lo económicos, de lo estatal, de todo. Pero es intentar ver más allá de eso, ¿cómo nos organizamos? ¿Cómo hacemos nosotres para buscar nuestra propia respuesta? Por eso otras cosas de las que hicimos en Pibxs en Bici, es la iniciativa de acompañamiento. Por ejemplo, cuando organizamos bicicleteadas nocturnas, tratamos de que la gente se anote antes y saber más o menos por dónde vive para después hacer acompañamiento. Que no vuelvan solas, y eso da mucha seguridad. 

Otra de las cosas que hicimos también, fue un grupo de WhatsApp, que se llama bici-emergencias. Y lo que sucede ahí es que la gente pide ayuda y si yo estoy cerca, pues te alcanzo y te ayudo. O no se, preguntan dónde puedo encontrar una bicicletería por esta zona? Y es una cosa muy linda que se forma, porque además también está para hablar de temas específicos.  “Ché, necesito comprarme una cadena, cual me conviene?” Toda esa red que también es muy valiosa. A mi me ha pasado de estar cerca de alguien que tiene algún apuro con la bici, y es muy lindo sentir como que le salvaste el día a esa persona. Y me ha pasado a mí que también necesito ayuda a veces, y es bueno saber que tienes un respaldo para salir. Que posiblemente es alguien desconocido, pero que hay una confraternidad ciclista. 

 

Regresando a lo que decias de cómo el feminismo le ha enseñado mucho al activismo ciclista, ¿qué otras intersecciones consideras que necesitamos para cerrar más brechas de igualdad y lograr sociedades más equitativas, sensibles, y justas? 

Bueno, cuando el activismo ciclista urbano no se había juntado con el feminismo, por ahí tenía otros objetivos un poco más, “burgueses” digamos. Y el feminismo viene a romper un poco con eso. Pero creo que otra intersección que hace mucha falta es, la voz de la gente de los barrios. Porque en esta ciudad y en muchas otras, las ciclovías, se empiezan a hacer en el centro. Pero la realidad es que la gente en los barrios usa mucho la bici. Sobre todo cuando estamos en una crisis económica, una moto o un auto son impensables. 

Y siempre ha habido gente que en Santa Fe depende del ciclismo urbano. Desde el 2015 para acá ha resurgido, pero en realidad la gente de los barrios siempre la han usado, o gente que va a trabajar en bicicleta o que hace sus tareas de cuidado en bicicleta. Pero regularmente no se piensa en esas personas. Y lo que pasa acá es que la gente en los barrios como que no sale del barrio. Es muy difícil hacerlos salir. Hay jóvenes que están en un lugar que puede ser violento, pero se les hace aún más violento venir al centro y tener que enfrentarse con las miradas de otras personas, cuestionando qué hacen acá. Y eso es una violencia simbólica muy fuerte también. Entonces, creo que nos hace falta esa intersección, porque hay mucha gente que usa la bicicleta, algunos porque quieren y otros porque no les queda de otra en los barrios, y no tenemos esas voces. Me han dicho, “pero la gente en los barrios necesita cloacas, necesita tener agua potable”. Y si, obvio, pero también necesita que si un día llueve, y solo tiene una bicicleta, necesita poder ir a trabajar, y no tener que cargarla al hombro 20 cuadras. 

Claro, esto de la ecología y la bici, o el feminismo y la bici, o el derecho a la ciudad. Pero qué pasa con las personas más vulnerables y por qué no estamos dándoles acceso para que puedan salir de su casa y llegar a la avenida y conectarse con el resto de la ciudad. 

 

Y desde tu perspectiva, cómo podemos crear más plataformas para que haya más participación ciudadana de estas personas que normalmente no son reconocidas o son excluidas de las decisiones y de las soluciones para sus propios problemas? 

Para mi, invitándoles a sumarse. Hacia dentro de los grupos está la responsabilidad de crear las condiciones para que se pueda sumar la gente que lo necesita. A ver, queremos que la gente de los barrios se sumen, pues vamos a tener que ir a buscarlas. No van a venir por sí solas, o no lo van a ver en un flyer en Instagram. Hay que ir, buscar contactos, e ir al lugar. Vayamos allá y contemos porque es importante que se sumen. 

Acá en Santa Fe, hace varios años que se mantienen políticas públicas de lugares de cultura en los barrios se llaman “aleros”, y son lugares muy potentes porque los chicos van ahí, y hay alguien que no solamente les escucha, sino que les ayuda a superar sus problemas, sus inseguridades. Y ese puede ser un lugar para empezar a buscar y conocer personas que te acompañen incluso. Porque también, si hay alguien del barrio contigo, te están validando lo que vas a ir a decir. Y ser muy sinceros con lo que uno va y busca con ellos, y cómo queremos que sumen su voz.

Si queremos que haya más participación de mujeres y disidencias, esos varones también van a tener que hacer un cambio porque si no las pibas no van a participar. Si queremos realmente que haya una participación en los barrios, podemos estar explicando todo desde nuestro lugar, desde la comodidad de estar en la parte de la ciudad que tiene todos los servicios y que tiene un montón de cosas resueltas. Creo que los propios espacios tienen que darse ese debate internamente, para después poder abrir.

 

Imágenes: Marti Frutos